LUIS ESTEBAN POLO
PINTURA
historias
LA DOTE, de Luis Esteban Polo pintor
Ramón Zarauza & Hakima Lebbar
Luís Esteban Polo nos cuenta que dibuja "sus sueños" desde la infancia. En su dilatada carrera como arquitecto no pudo encontrar el marco donde dar plena satisfacción a esa vocación primera, una pasión por el dibujo y la pintura como expresión auténtica, completa en sí misma, ajena a las convenciones y obligaciones de esa profesión. La presente exposición nos ofrece un paseo con el artista por esta experiencia de liberación consumada finalmente en su segunda casa, Marruecos.
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También vemos retratos inspirados por personas desconocidas en las que el recién llegado encontró una compañía de circunstancias en su nuevo mundo, “un país frio de sol caliente” como alguien dijo. O escenas de calle que nos son familiares pero cubiertas de las emociones del que mirando y pintando espera. Los retratos están realizados con gran destreza y sensibilidad, ya sea a lápiz o tinta, a la acuarela o al óleo. Una sensibilidad igualmente protagonista en los paisajes, en esas visiones de un océano siempre interrogante, y también en las calles casi disueltas, empapadas en dudas, con edificios tan emblemáticos como “deprimidos", rodeados por nuevas construcciones que no tienen en cuenta su (pre-) existencia.
Fundamentos todos hijos de una misma madre, aquella formación de base tan sólida como asfixiante, tan fecunda como aniquiladora. Así, ante su trabajo, tenemos siempre la impresión de leer un plano, de transitar por amplias avenidas aun entre fachadas retorcidas, de conocer edificios por dentro que solo vemos por fuera. Colores, luces y sombras se mezclan en el aire casi siempre enrarecido siguiendo el mismo patrón, permitiéndonos intuir un orden subyacente tras el fino velo de un estilo desbordante de lirismo. Un orden particular, muy personal … ¡ un desorden quizá ! … sin duda el orden poético de las cosas del espíritu, ese que superpuesto al de la razón nos convierte en seres realmente humanos, capaces de componer universos.
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Al entrar en la sala sentimos las obras en gran formato que vertebran la muestra como los puntos cardinales de este viaje. La amistad. El amor. El compromiso. Y lo que resulta de todo ello, la identidad, explorada en una traca final de autorretratos (de boda) que gritan desde el espejo los avatares de una larga travesía. Escuchémoslo refiriéndose a la obra que da nombre a la muestra, La Dote:
“Con este enigmático título, el del lienzo central, que corresponde a un episodio concreto de mi vida en Rabat, se cierra un círculo de experiencias para abrir una nueva etapa. Los cuadros tratan de personajes y espacios encerrados deseosos de escapar de la oscuridad iluminada de Marruecos. Reales, iguales y distintos cada día, como el océano que baña sus costas. Sea pues esta exposición, una celebración y a la vez un sacrificio.”
A pesar de la renuncia del autor a la arquitectura la impronta de esta disciplina es claramente visible en toda su producción y no menos en sus palabras. Cuando nos explica los mecanismos creativos detrás de lo que ahora vemos terminado su discurso se llena de simetrías y de los ejes donde se tocan, de escalas, de masa, de diálogos entre lleno y vacio, de ángulos y perspectivas a veces espontaneas y a veces calculadas al milímetro. Etc.
Es con esta misma aspiración poética (“determinación poética” sería más exacto) que cada obra encontró su lugar en el montaje del conjunto.
Ante ustedes un poeta que rima a pinceladas, un talento que no es como los otros. Algo ya reconocido en el ámbito de la edificación y por los amantes de las artes plásticas y que quedó bien patente durante su participación en el festival de Asilá en 2012 o en su exposición en la galería Fan-Dok de Rabat, en 2013. Desde entonces, junto a su labor artística, imparte clases relacionadas con la arquitectura y la construcción.
Hoy Luis vive entre Marruecos y España, a caballo. Como buen quijote. En
unicornio, como siempre los artistas de verdad.
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Hakima Lebbar, Fan-Dok Gallery
Ramón Zarauza, comisario de la exposición
